domingo, 20 de agosto de 2017

Mecano y Cinegraft

El viernes estudiantes de 5to año de la escuela dónde dicto clases realizaban una entrevista a los profesores conectándolos con su infancia. Entre las pregunta que nos hicieron hubo dos que lograron conectarme con mis juguete más queridos.

El primero que recuerdo fue el "Mecano, un juego de la niñez de mi padre que guardaba como un tesoro para dárselo a su hijo varón, solo que la vida le dió dos hijas y en la mente de mi padre no era un juguete para mujeres, por lo que lo reservó para cuando nosotras tuviésemos un hijo. Pero como esa etapa estaba muy lejos de mis posibilidades a los 7 años secretamente le "robaba" el juego cuando él no estaba en casa y pasaba horas armando artefactos y desarmándolos antes de que él llegara para guardar todo tal cómo estaba para que no se diera cuenta de que lo había utilizado. Nunca me dió señales de haberse dado cuenta. Luego la entrada a la adolescencia me hizo olvidar de su existencia por lo que quedó guardado. Luego una mudanza lo hizo ver la luz pero lamentablemente en su nueva ubicación tuvo un accidente. resulta ser que estaba en el estante de un galpón que un buen día el techo de forma autónoma y sin consultar decidió dejar pasar el agua de lluvia y aunque el  Mecano se quejó nadie lo escuchó. Paso el tiempo nació el primer nieto y mi padre fue a buscar su tesoro reservado y cuando tomó la caja en sus manos descubrió que en el interior había un bodoque de metal en el que casi no se distinguían las piezas, y con lágrimas en los ojos expresó: Bueno.. menos mal que vos  Marisa jugaste con él...


El segundo recuerdo de juguetes queridos fue el "Cinegraft" que lo recibi a los 10 años apróximadamente . Recuerdo que con el dispositivo había varias películas impresas en "colores" que eran muy bonitas pero que al poco tiempo de verlas una y otra vez dejaban de ser novedad.  Mis veranos los pasaban en Piriápolis, Uruguay por lo que organicé un club de Cine, y los días de lluvia creabamos aventuras en papel manteca muy delgado y con tinta china negra y de colores inventábamos miles de historias. Luego esas películas las pasábamos en las noches de "función de cine" que armábamos en mi casa con la ayuda de un par de biombos y una sábana blanca que mi mamá nos prestaba.

Hasta hacíamos las entradas y teniamos taquilla y boletero.

Son los recuerdos más entrañables que tengo de los juguetes de mi infancia, porque te ayudaban a construir y a desarrollar la imaginación y la creatividad. Hoy con mis nietos disfruto de regalarles juguetes que les permitan desarrollar el mismo proceso y modelar mundos posibles donde todo esté por crearse.






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